El tiempo que te doy es una miniserie creada por Nadia de Santiago, Inés Pintor Sierra y Pablo Santidrián. Una nueva ficción que cuenta con la particularidad de estar compuesta de diez capítulos, de once minutos de duración. Innovación que sirve de vehículo para contar, a través de dos líneas temporales, los intentos de Lina por olvidar a Nico, su gran amor. Intentando cada día que pasa, pensar un poco menos en él.

La pareja protagonista está interpretada por Nadia de Santiago ("Las chicas del cable") y Álvaro Cervantes ("El árbol de la sangre", "Loco por ella"). El tiempo que te doy llega a Netflix el 29 de octubre.



El tiempo que te doy

Crítica de 'El tiempo que te doy'

Ficha Técnica

Título: El tiempo que te doy
Título original: El tiempo que te doy

Reparto:
Álvaro Cervantes (Nico)
Nadia de Santiago (Lina)
Susana Abaitua
Cala Zavaleta
Nico Romero

Año: 2021
Duración: 11 min por capítulo apróx.
País: España
Creada por: Nadia de Santiago, Inés Pintor Sierra y Pablo Santidrián
Guion: Inés Pintor Sierra, Pablo Santidrián y Nadia de Santiago
Fotografía: Alberto Pareja
Género: Romance
Distribuidora: Netflix

Filmaffinity

IMDb

Tráiler de 'El tiempo que te doy'

Sinopsis de 'El tiempo que te doy'

Cuando su relación se acaba, Lina necesita dejar de pensar en Nico y en sus recuerdos juntos para poder centrarse en sí misma. Durante los 10 episodios de El tiempo que te doy, pasaremos un minuto menos en el pasado y uno más en el presente, dándole un nuevo significado a la expresión “el tiempo lo cura todo”. La serie, protagonizada por Nadia de Santiago y Álvaro Cervantes, llega el 29 de octubre. (NETFLIX).

Dónde se puede ver la serie



El tiempo que te doy
Foto de Netflix

Una película en forma de pequeñas cápsulas

Lina (Nadia de Santiago) y Nico (Álvaro Cervantes) formaron una bonita pareja, que ya no existe. Poco a poco iremos descubriendo algunas de las razones que les hicieron separarse, aunque eso poco importa. La vida es una sucesión de ciclos y Lina intentará en El tiempo que te doy, afrontar esta nueva etapa. Una realidad que ella vivirá focalizando su existencia en su trabajo como enfermera, en sus amigos y en otras pequeñas cosas. Pero pasar página y olvidar a alguien con el que fuiste muy feliz no es sencillo. Así que Lina intentará que cada día, sus pensamientos se detengan menos en Nico.

En un juego con el tiempo, ya sugerido en el título, en el que seremos conscientes como poco a poco la presencia de Nico va perdiendo peso. Desde esos primeros capítulos evocativos, con una pareja de enamorados en mitad de una ciudad vacía. Un territorio nocturno y exclusivamente de ellos dos, por el que ambos irán depositando pedacitos de su ser. Sembrando una memoria protagonizada únicamente por ellos dos, de la que después Lina se nutrirá. Hasta transitar hacia unos capítulos en los que el presente va arrinconando, poco a poco, ese pasado conjunto.

Netflix
Foto de Netflix

Estamos hechos a base de recuerdos

Y es que, después de todo, los seres humanos nos definimos por aquello que hemos vivido, sentido y que nos ha hecho feliz o triste. Una idea que El tiempo que te doy sabe plasmar muy bien en la pantalla. Momentos que no tienen que ser grandilocuentes y que quizás para otra persona no son más que una tontería. Pequeños instantes que algunos guardan en su memoria y que les acompañarán siempre. Puede ser una canción de Julieta Venegas o la evocación de ese bizcocho degustado cada domingo por la mañana.

Un conjunto de recuerdos que, muchas veces, compartimos con otras personas que queremos. Personas que en un momento dado pueden emprender otro camino, quedándonos nosotros en una posición de incertidumbre. ¿Debemos deshacernos de esos recuerdos compartidos? ¿Recordar aquello disfrutado con el otro nos hace daño? ¿O simplemente nos hace daño pensar que quizás no podremos generar más recuerdos junto a esa persona? Preguntas que cada uno gestiona como puede y que Lina aborda primero desde la negación. Llegando posteriormente a alcanzar una mayor claridad, fruto de diferentes situaciones y un viaje retratado con una sensibilidad extrema.

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Foto de Netflix

Muy real, muy viva

Una sensibilidad extrema y una verdad que está muy presente en cada capítulo de El tiempo que te doy. Porque contándonos una historia romántica de amor y ruptura, mil veces vista ya, la ficción creada por De Santiago, Pintor y Santidrián consigue una voz propia. Un hecho digno de alabar, que se sustenta en varios aspectos. En primer lugar, la novedosa duración de sus capítulos, de once minutos, siempre está al servicio de lo que se cuenta. Nunca se percibe como una excentricidad o algo que nos distancie de la trama. Algo que podría haber sucedido, al estar armada su estructura a base de dos líneas temporales. Sin embargo, el presente y el pasado van surgiendo armoniosamente en pantalla con una gran habilidad.

También destacar la naturalidad y lo vivo de su guion. Es difícil encontrar una frase que desentone, siendo constante la sencillez y viveza de los diálogos. Con momentos como cuando Lina recuerda cuando su madre le despertaba por las mañanas y "sus manos olían un montón a tabaco". Junto al guion, un gusto cinematográfico presente en secuencias esteticistas, sin pretenderlo en exceso. Con una primera parte protagonizada por la noche y algunos hermosos amaneceres. Para posteriormente habitar más el día, siempre con los primeros planos como seña distintiva.

Y para que todo brille un poco más, la química de su pareja protagonista. Empezando por la sencillez de una Nadia de Santiago desprovista de maquillajes y demás máscaras. Y un Álvaro Cervantes cada vez más acostumbrado a brindar interpretaciones profundamente sencillas.

El tiempo que te doy
Foto de Netflix

Conclusión

De modo que se puede definir a El tiempo que te doy como una bonita sorpresa o un descubrimiento tranquilo. Una historia de amor y desamor, construida a base de recuerdos y con el tiempo como supuesta arma sanadora. Todo en ella resulta verdadero, por lo que el proceso de identificación con los personajes fluye sin esfuerzo. Con Nadia de Santiago y Álvaro Cervantes capaces de hacer de lo cotidiano algo extraordinario.

En esta serie no se perciben trucos e incluso su original premisa, de contárnoslo todo a través de capítulos de once minutos, consigue ser una anécdota más. El pasado y el presente nos abordan con gran acierto y nuestro gusto estético disfruta, gracias a la sensibilidad de los creadores.

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