Érase una vez en Canarias es el tercer largometraje del director grancanario Armando Ravelo y cuenta la historia de Nola (Diarra Diouf), una joven de Senegal que llega a las Islas Canarias en patera en busca de su padre al que nunca conoció. Moviéndose entre Tenerife y Gran Canaria, la joven vivirá encuentros que le harán constatar la estrechísima e indisoluble relación que existe entre las islas y África. Estreno en salas de cine españolas el 22 de septiembre de 2023.



Érase una vez en Canarias película

Crítica de 'Érase una vez en Canarias' 

Ficha Técnica

Título: Érase una vez en Canarias
Título original: Érase una vez en Canarias

Reparto:
Diarra Diouf (Nola Belle)
Álex García (Raúl Ramírez)
Kira Miró (Carla)
Yanely Hernández (Pino)
Thimbo Samb (Amar Belle)
Elisa Cano (Sara)
Lili Quintana (Sarito)
Mingo Ruano (Paco)
Kike Pérez (Manuel)
Paula Naiara Gala (Elena)

Año: 2023
Duración: 110 min.
País: España
Director: Armando Ravelo
Guion: Armando Ravelo
Fotografía: Dario Missaghian
Música: Celia Rivero
Género: Drama. Inmigración
Distribuidor:

Filmaffinity

IMDB

Tráiler de 'Érase una vez en Canarias'

Sinopsis

Nola, una joven senegalesa, llega a Canarias en cayuco en busca de un padre canario al que nunca conoció.

Dónde se puede ver la película en streaming



Un despertar en Canarias

Algo está pasando en Canarias. Desde hace unos años, entre las paradisíacas estampas y el tropical clima que ofrecen las islas, se empiezan a escuchar voces. Voces que gritan que ya basta. Que ya está bien de que el archipiélago se convierta en un parque de atracciones para turistas. Que ya es hora de que la población local deje de darle la espalda a la realidad insular. Qué hay que replantearse posturas frente a la inmigración. Que algo hay que hacer. El mundo de la cultura es uno de los principales bastiones de este sentir y llegados a este punto no sería exagerado decir que ha nacido un movimiento artístico.

Los campos cubiertos por este movimiento son múltiples: desde la literatura con Andrea Abreu o Meryem El Mehdati, pasando por la música con Cruz Cafuné hasta el cine con Omar Al Abdul Razaak o Armando Ravelo. Precisamente estos dos cineastas han estrenado este año películas que se corresponden con este movimiento: obras que, con sus respectivas herramientas, reivindican la ‘canariedad’, ofrecen una mirada despojada de desacertados estereotipos y proponen un análisis más crudo de la realidad insular. Después de Matar cangrejos de Omar Al Abdul Razaak, estrenada en mayo previo paso por distintos festivales como el de Málaga, recoge el testigo Armando Ravelo con Érase una vez en Canarias.

Armando Ravelo lleva años en la brega. La suya es una filmografía que siempre ha estado ligada a lo canario. Porque es lo que él conoce, diría él, pero también porque sabe que es una declaración de intenciones. Desde sus primeros trabajos más centrados en el público infantil hasta su anterior película, La piel del volcán, a Ravelo siempre le ha interesado mostrar a las islas y a su gente. Fiel a un estilo similar al del cuento o la fábula, la del director grancanario parece ser una constante inmersión hacia las raíces del archipiélago.

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Ejercicio de introspección

La tesis de Érase una vez en Canarias vendría a ser que la identidad canaria mantiene un vínculo inequívoco con la migración y, más concretamente, con el pueblo africano. De esta manera, el viaje de Nola en busca de su padre, un canario que volvió a las islas tras un periodo en Senegal, adquiere un cierto carácter alegórico pues el espectador descubre a través de situaciones y diálogos los orígenes del pueblo de Canarias.

En términos globales esta idea funciona bien, desde inocentes escenas como la de la pequeña Nola viendo vídeos del mítico humorista Manolo Vieira hasta el propio epilogo de la película, un potente montaje musical que ilustra los vínculos entre ambos pueblos e imagina una suerte de utopía canaria. Pero cierto es también que el discurso resulta en otras ocasiones muy subrayado, víctima de un didactismo innegable en los diálogos o en la música, que dan lugar a escenas un tanto torpes. Aun entendiendo que las aspiraciones del cine de Ravelo no son realistas y que su propia prosa conlleva cierta suspensión de la incredulidad por parte del público, resulta complicado que no chirríen esos momentos.

Ese es el mayor defecto de Érase una vez en Canarias que cumple por lo general sus propósitos y que, aun convenciendo más en lo discursivo que en lo cinematográfico (sin olvidar escenas de pericia técnica), supone un triunfo ya sólo por su existencia y estreno. Ravelo penetra en la sociedad canaria para mostrar distintas facetas de esta, desde lo rural hasta lo urbano, de lo conocido a lo popular, de la admiración a la crítica y de su riqueza a su pobreza, pero con la determinación de mostrar las islas como son (¡y con mucho acento!). El territorio insular deja de ser un atrezo de ficciones ambientadas en cualquier lugar y pasa a ser protagonista en sí mismo. Y eso, aunque sea un tanto subjetivo, supone ya un motivo para acercarse con interés a Érase una vez en Canarias.

Proyecto Bentejuí, Alegando Factoría Cultural, Nekkenti

Creando conciencia

El reparto de Érase una vez en Canarias encarna ese mestizaje por el que aboga Armando Ravelo, dándole el personaje principal a Diarra Diouf en su primer papel protagónico y rodeándola de intérpretes canarios, algunos de ellos colaboradores ya habituales del director como Mingo Ruano o Yanely Hernández, otros rostros conocidos de la cultura canaria como Kike Pérez y Lili Quintana e incluso de actores de prestigio exterior ‘repatriados’ para la causa como Alex García y Kira Miró. Junto a otros actores africanos (una parte de la película se rodó en Senegal), crean una idea de pluralidad y diversidad que es a su vez muy representativa y acorde con el imaginario de Armando Ravelo.

Contaba el director de la película en una entrevista a este medio que a Canarias se le está “susurrando algo desde arriba que no es del todo cierto y que tiene que ver con racismo, aporofobia y un eurocentrismo cruel”. Érase una vez en Canarias es una respuesta a esos susurros en forma de un sólido drama social que, sin ser redondo, con seguridad concienciará y conectará con muchos espectadores.

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Conclusión de 'Érase una vez en Canarias'

Con sus más y sus menos, Érase una vez en Canarias destaca por su valor humano y social, sirviendo como un recordatorio de que la relación entre las islas y el continente africano es una de especial solidez. En un marco de relativa prosperidad para el cine de Canarias, surge como un testimonio más de una comunidad que, cansada de etiquetas, busca su propia esencia. Qué mejor lugar para encontrarla que en un viaje hacia las raíces de su pueblo. Todo empieza en África.

Reportaje de Érase una vez en Canarias en Días de Cine TVE

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