Luis Bondia explora las relaciones personales, la tecnología y las medidas sanitarias en un mundo distópico no tan lejano en Esto no es el fin del mundo. Para ello ha contado con los actores Manuel Varela y Cecilia Sarli, los cuáles dan vida a distintos personajes de lo más variopintos. Una obra perfecta para los tiempos que corren, donde el humor es la principal clave de ella. Se puede disfrutar en el OFF Latina hasta el 9 de enero de 2021. También se puede ver el 12 y 20 de marzo dentro del programa 21 Distritos de Madrid.



Esto no es el fin del mundo

Crítica de 'Esto no es el fin del mundo'

Ficha Técnica

Título: Esto no es el fin del mundo
Título original: Esto no es el fin del mundo

Reparto:
Cecilia Sarli
Manuel Varela

Duración: 75 min. apróx.
Dirección: Luis Bondia
Dramaturgia: Luis Bondia
Producción: Compañía BERCE

Tráiler de 'Esto no es el fin del mundo'

Sinopsis de 'Esto no es el fin del mundo'

Esto no es el fin del mundo se ambienta en un Madrid no tan lejano, lleno de desinfectantes, nuevas normalidades y policías web. Conoceremos personajes e historias futuristas, tan absurdas e hilarantes, que nos harán pensar que lo que está por llegar no es el fin del mundo, sino un futuro de risa ¡Historias distópicas para morirse de risa! (OFF LATINA).  



Esto no es el fin del mundo
Foto de Marco Oliver

Entre hashtags y apps

Luis Bondia navega en el concepto futurista a través de Esto no es el fin del mundo, una obra cómica que explora el ayer y el mañana de una forma hilarante. Dividida en distintas historias, cada una de ellas se convierte en un espejo esperpéntico y caricaturesco de una realidad social que está sucediendo en la actualidad. Por lo cual, el guion goza de frescura, al mismo tiempo que sabe reírse de esas particularidades interpersonales y de la cultura popular como el modernismo, o la sobreexplotación de los ‘culturetas’, o hipsters de Malasaña. Además, también aborda la influencia de las redes sociales y de los instrumentos digitales que envuelven la rutina diaria, aunque llevada al extremo. Sin embargo, gracias a la forma en la que se realiza, no cae tampoco en la burla, sino más bien en una caricatura humorística.

Al estructurarse en varias partes, se deja tiempo para asentar cada una de ellas. De igual forma, hay que destacar que saben cómo equilibrar cada una de las tramas, llevándolas por distintas partes para no caer en lo reiterativo, lo que da mayor movimiento a la pieza teatral. Inclusive, se podría decir que es una especie de “Black Mirror”, salvando las distancias, humorístico y luminoso. Por lo que, se ven las consecuencias de un mundo dominado por Internet y lo que ello conlleva. Con lo cual, Bondia explora con simpatía mediante el histrionsimo y lo exagerado algo que no está tan alejado y es lo que despierta risas en los espectadores. Cabe destacar que las historias que más provocan un torrente de carcajadas son la segunda y la tercera. En el primer caso, encuentra su éxito en lo físico también, mientras que en el segundo, por su irreverencia.

Cecilia Sarli
Foto de Marco Oliver

Una pareja nada mainstream

Manuel Varela y Cecilia Sarli unen fuerzas para convertirse en la pareja protagonista de Esto no es el fin del mundo. Para comenzar, Varela es pura dinamita, entiende a la perfección lo que es la comedia y lo usa a su favor. En todo momento, el actor desprende una comodidad en el género excelente, lo que le lleva a triunfar entre los espectadores por una personalidad arrolladora. Al mismo tiempo, se puede ver cómo disfruta con la obra y sabe transmitir esas ganas hacia los espectadores. También hay que subrayar su calidad en el lenguaje expresivo satírico y grotesco, que lleva al máximo nivel a sus personajes. Gracias a todo ese talento para la comedia, acaba por consolidarse y elevar aún más la calidad de sus personajes, con una fluidez y naturalidad brillantes.

Luego, Cecilia Sarli cambia de registro tras obras como “Wake Up Woman” para volver al humor y a personajes que impliquen una carga dramática muy distinta y más distendida. Sin duda, Sarli llega con una predisposición entregada, manejándose en esa guasa contemporánea, que no desentona al seguir la línea artística que se propone. De esta forma, no hace falta hacer uso del sarcasmo, sino que ya con su sátira y bufonada exprime sus distintos personajes hasta enmarcarlos en lo carnavelesco. Asimismo, comprende el carácter de sus personajes, aunque se encuentra mucho más cómoda en los que hay mayor intensidad y ese carácter excesivo estupendo. En consecuencia, luce más en esa exageración mordaz y socarrona. Como apunte, el trabajo entre los dos actores es ingenioso, con una química que se palpa en el ambiente y que deja en alto la conexión entre ambos y el buen rollo que promulgan.

Cecilia Sarli
Foto de Marco Oliver

El esperpento de la verdad

Una propuesta escénica rocambolesca, manteniendo esa esencia del teatro off que lo hace más minimalista. Así, Esto no es el fin del mundo envuelve en plástico y en esa sensación de extrema limpieza. A continuación, se unen a objetos muy conocidos para el espectador como las mascarillas, o los geles. La puesta en escena no se mantiene estática, sino que va cambiando constantemente. Por lo que, provoca que los elementos se vayan transformando al igual que las historias que van apareciendo sobre el escenario. También hay que destacar una elección de colores muy vistosos, llenos de vitalidad, que son un reflejo de la personalidad de esos personajes tan peculiares que entran en escena. Por otra parte, hay que destacar el cambio de vestuario de los actores, lo que da mayor dinamismo a la propia acción de la obra.

Por otra parte, el ritmo en cada uno de los relatos en los que se divide la obra es ágil y no se para en ningún momento. No obstante, las transiciones entre una y otra, al tener que mover la escena y cambiar visualmente a los actores, sí que puede dar cierta sensación de aletargamiento y espera. Aun así, una vez empieza, vuelve a retomar la energía que ya había previamente. Después, la iluminación y el espacio sonoro dan mayor juego a los actores, para que den una coreografía donde su interacción con el espacio es necesaria. Con lo cual, no es un mero escaparate, sino que se desarrolla la vitalidad sobre las tablas. Lo mismo sucede con la ruptura de la cuarta pared, la cual no se abusa de ello y llega en las dosis necesarias para enganchar a los espectadores y crear una conexión cercana con ellos.

Esto no es el fin del mundo
Foto de Marco Oliver

Conclusión

Esto no es el fin del mundo es una comedia distópica que juega con el presente y el futuro para despertar las carcajadas en los espectadores. A través de distintas historias, ponen un espejo esperpéntico a la sociedad y bromean de una forma luminosa, divertida y socarrona el avance de la tecnología y los eventos producidos por la pandemia, y antes de ella. Una mirada necesaria en estos tiempos, en los que dar aire fresco es un regalo. Manuel Varela y Cecilia Sarli forman una pareja cómica con química y donde se ve que disfrutan de su trabajo. Luego, la puesta en escena es minimalista, futurista, y llena de vitalidad. Únicamente, las transiciones podrían ser menos aletargadas, pero, aún así, no mengua el buen ritmo que tiene la obra en su conjunto. Un ‘Black Mirror’ llevado a la sátira, dejando momentos desternillantes.

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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
esto-no-es-el-fin-del-mundo-critica-teatroUna comedia distópica que juega con el presente y el futuro para despertar las carcajadas en los espectadores. A través de distintas historias, ponen un espejo esperpéntico a la sociedad y bromean de una forma luminosa, divertida y socarrona el avance de la tecnología y los eventos producidos por la pandemia, y antes de ella. Manuel Varela y Cecilia Sarli forman una pareja cómica con química. La puesta en escena es minimalista, futurista, y llena de vitalidad. Un ‘Black Mirror’ llevado a la sátira, dejando momentos desternillantes.

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