El pasado 19 de noviembre de 2021 llegó a los escenarios Helsinki, de David Barreiro. Esta obra es la segunda parte de la trilogía comenzada por el dramaturgo sobre ciudades, formada por "Roma", la primera, y próximamente "Madrid". Además, está dirigida por Olaya Pazos y protagonizada por Mariona Tena y Pablo Castañón. También hay que destacar que es el debut teatral de la compañía Niebla Road. Se puede disfrutar todos los viernes a las 20 horas, hasta el 7 de enero de 2022 en Teatros Luchana.
Reparto: Pablo Castañón (Marcos) Mariona Tena (Ana)
Duración: 70 min. apróx. Dirección: Olaya Pazos Dramaturgia: David Barreiro Escenografía: Julia Llerena
Diseño de proyecciones: Javier Bejarano
Iluminación: Javier Bejarano y Roberto Ortega
Técnico de vídeo proyecciones: Xurde Díaz
Vestuario: Dolores Chaplin
Música: Galgo y Jose Luis Bergia
Asesor espacio sonoro: Jose Ángel Esteban
Fotografías introducción: Anni Hanén
Vídeo teaser y fotografías escena: Olaya Pazos
Voz y poesía: Sara Torres
Colabora: Embajada de Finlandia e Instituto Iberoamericano de Finlandia Producción: Niebla Road
Entrevista a David Barreiro y Olaya Pazos por 'Helsinki'
Sinopsis de 'Helsinki'
Helsinki nos presenta a Marcos y Ana, que llegan a su nueva casa en Helsinki, ciudad en la que ella, científica que no ha encontrado oportunidades en España, ha sido contratada en un grupo de investigación de talla internacional. Marcos, su pareja, un periodista que siempre ha ido de acá para allá en trabajos discretos, considera que puede ser la oportunidad para dedicarse a esa novela que nunca ha tenido tiempo de escribir. La ilusión del comienzo, no exenta de dudas por lo que dejan atrás, comienza poco a poco a tambalearse y entre ellos empieza a cundir en ocasiones el desánimo, otras veces la desconfianza. Pasan los meses, los años, aumentan el frío y la soledad y han de aferrarse al amor como única salida al desconcierto en el que viven. Pero quizás el amor no sea suficiente. (TEATROS LUCHANA).
Prosperar en la vida
David Barreiro se sumerge en un drama costumbrista que aborda las relaciones de amor desde la perspectiva del cambio. Así, Helsinki no se convierte solo en el destino final de los protagonistas, sino también en la prueba de fuego de su relación. Por tanto, la dramaturgia explora la decadencia de una pareja aparentemente consolidada, tras tener que abandonar España por su precaria situación laboral. A pesar de los tintes reivindicativos en pequeñas píldoras sobre la situación de España a nivel económico, el guion se fundamenta en la humanidad de la naturaleza de Ana y Marcos. Por ello, nadan, en varias ocasiones, en la problemática de la falta de comunicación, algo que se ha convertido en uno de los ejes principales de la sociedad. Dentro de esa contradicción, el espectador asiste a la dificultad de encontrar puntos comunes.
Por tanto, se presencia una esencia muy humana en la forma de escribir sobre estos personajes, sobre todo en Marcos, personaje que establece una conexión muy especial con el público. Además, se valora que Barreiro apueste por distintos frentes emocionales desde otra óptica, por ejemplo, reinterpretar el significado de la fidelidad, la confianza o la dejadez. Por ende, logra activar distintos conceptos, pero a partir de situaciones que no suelen ser lo habitual. Gracias a ello, se realiza una reflexión de cómo se puede producir la desconfianza desde motivaciones muy distintas entre ellas. Sin embargo, se echa en falta una determinación más fuerte en su crítica social, así como en el trasfondo de sus personajes. La fascinación a partir de la cotidianidad esta bien comprendida, pero en esa desnudez emocional se podría haber ido también un paso más allá. Lo mismo sucede con temas sociales, como la fuga de cerebros.
El amor no es suficiente
Mariona Tena y Pablo Castañón son los encargados de dar vida a Ana y Marcos en Helsinki, siendo su tercera producción juntos. Para comenzar, Mariona Tena se envuelve en una energía muy relajante, transmite con su rostro una tranquilidad y calidez pertinentes. Por tanto, la forma de abordar su personaje nace de la naturalidad, dándole un aspecto totalmente humanizado y alejado de la saturación sentimental que pudiera darle una apuesta más dramática. Con lo cual, el espectador es testigo de una interpretación sincera, donde ese minimalismo escénico acaba por coger un realismo estupendo. De igual manera, la conexión con su compañero en escena es fundamental, los dos crean una sinergia muy especial, unidos por la familiaridad que fomentan hasta el final de la obra. Por este motivo, las actuaciones de ambos se convierten en una de las mejores partes de la pieza.
Por su parte, Pablo Castañón demuestra ser un excelente actor, al convertirse de lleno en Marcos y no salirse de ese tono en ningún momento. Además, se ven multitud de matices y detalles, que, de una interpretación aparentemente sin florituras y desnuda, le da una profundidad que eleva el nivel de su trabajo. Asimismo, el humor sarcástico e irónico se combina con una exposición de los sentimientos totalmente reflejada en su expresión. Por lo cual, el público queda rendido ante su labor escénica, causando ternura y empatía, al mismo tiempo que se entiende la contradicción propia del ser humano. De modo que, su mayor baza, no sólo esta en su naturalidad, sino darle una verdad y una sinceridad que llega a ese punto de cercanía excelsa. Transmite de principio a fin en una metamorfosis interior sutil.
El frío de la ciudad
Uno de los retos artísticos de Helsinki es mostrar la frialdad ya conocida de la ciudad europea, realizando un retrato del día a día invernal perpetuo que hay en escena. Desde el inicio se ven unos telares sugerentes, visualmente muy atractivos, que transmiten la suavidad que recuerda a la nieve. Después, se completa con una escenografía minimalista, que recrea el salón del nuevo hogar de Ana y Marcos. A pesar de no contar con más elementos en escena, no se echan en falta para asistir a los acontecimientos que se plantean. Por lo que, hay una composición resolutiva y eficaz. No obstante, siendo fieles a lo que transmite, Helsinki queda más en la memoria del espectador por los acontecimientos que desencadena de forma verbal, que por la forma de construirlo en escena.
El uso del audiovisual muestra lo que podría ser un barrio típico de la capital nórdica, siendo uno de los apoyos temporales principales. No obstante, las posibilidades del audiovisual no se explotan todo lo que podría, lo que es una pena, ya que sí se ve el gusto de la composición visual de Olaya Pazos. A nivel estético y artístico, Pazos desempeña una labor como directora donde fluye una línea artística común. Por ende, se podría dar mayor rienda suelta a una expresividad más visual, a ver Helsinki de una manera más prominente sobre la escena. El paso del tiempo se entiende, pero se produce de una forma excesivamente abrupta, podría haber un puente entre cada espacio temporal. Por último, los efectos de sonido durante la catarsis creativa de Marcos es todo un acierto, mientras que en las definiciones puede quedar simpático, pero no acaba por encajar del todo.
Conclusión
Helsinki apuesta por la naturalidad del sentimiento, alejándolo del dramatismo innecesario para darle una sinceridad desde lo orgánico y el realismo cotidiano. Por ello, se envuelve en una reflexión sobre la falta de comunicación, fundamentada en la regresión emocional y en la dificultad de empezar de nuevo. Además, halla su fuerza en la cercanía de la historia, presentando un retrato totalmente verosímil, aunque le faltan toques más profundos en su contexto social y vital. Por otro lado, Mariona Tena y Pablo Castañón están excelentes, pura magia desde la sinceridad y humanidad que despiertan en sus personajes. Después, la puesta en escena goza de un equilibrio estilístico efectivo, donde podría ir todavía un paso más allá en su exploración visual. La evolución natural de lo emocional, que obtiene valor por el realismo que dibuja en su debate interno sentimental.