La ternura fue el fenómeno teatral de Alfredo Sanzol estos últimos años. La obra se ha representado en Madrid varias temporadas desde su estreno en 2018, en Barcelona fueron dos y ha recorrido buena parte de la geografía española. Ahora, este cuento adulto llega infantilizado a las pantallas de la mano de Vicente Villanueva y con un reparto de lujo: Emma Suárez, Carlos Cuevas, Gonzalo de Castro, Alexandra Jiménez, Anna Moliner y Fernando Guallar. Estreno en salas de cine españolas el 29 de septiembre de 2023.
Crítica de 'La ternura'
Resumen
Ficha Técnica
Título: La ternura
Título original: La ternura
Reparto:
Emma Suárez (Reina Esmeralda)
Gonzalo de Castro (Leñador Marrón)
Alexandra Jiménez (Princesa Rubí)
Fernando Guallar (Leñador Verdemar)
Anna Moliner (Princesa Salmón)
Carlos Cuevas (Leñador Azulcielo)
Año: 2023
Duración: 107 min.
País: España
Director: Vicente Villanueva
Guion: Alfredo Sanzol, Vicente Villanueva
Fotografía: Luis Ángel Pérez
Música: Fernando Velázquez
Género: Comedia romántica
Distribuidor: Universal Pictures International Spain
Tráiler de 'La ternura'
Sinopsis
La Ternura es una divertida comedia romántica que cuenta la historia de una Reina algo maga y sus dos hijas princesas que viajan en la Flota de Indias para casarse en matrimonios convenidos por el Rey.
La Reina Esmeralda odia a los hombres porque siempre han condicionado su vida y le han quitado la libertad, así que no está dispuesta a que sus hijas tengan el mismo destino que ella. Cuando la Flota pasa cerca de una isla que la Reina cree desierta invoca una tempestad que hunde el barco en el que viajan. Su plan es quedarse a vivir en esa isla con sus hijas para no volver a ver un hombre en su vida.
El problema es que eligen una isla en la que desde hace veinte años viven un leñador con sus dos hijos que huyeron allí para no volver a ver una mujer en su vida. En cuanto la Reina y las dos princesas descubren que no están solas, temiendo por su vida, se visten de hombres para protegerse.
Y aquí comienzan las aventuras, los líos, los enamoramientos y las confusiones. (Universal Pictures International Spain)
Dónde se puede ver la película en streaming
Mal ejemplo
Kenneth Branagh ha hecho mucho daño. Si bien sus primeras adaptaciones de Shakespeare al teatro fueron robustas, serias y aplaudidas por crítica y público, sus intentos de hacer lo mismo con Agatha Christie han decepcionado. Aunque cierto público compró sus primeros intentos, y Muerte en el Nilo y Misterio en Venecia han confirmado que el fenómeno se desinfló.
¿Qué tiene que ver este autor norirlandés con Vicente Villanueva? Bueno, los dos son cineastas y ambos se han propuesto el reto de adaptar un éxito teatral con grandes estrellas. El madrileño ha decidido llenar de estrellas su versión cinematográfica de La ternura, con el consentimiento de su autor, Alfredo Sanzol, que interviene con él en el guion de la cinta. El dramaturgo dijo en su día haberse inspirado en las comedias del escritor inglés, pero mientras el autor de Noche de reyes (de la que bebe La ternura) se planteaba dudas sobre la identidad y el poder, el texto español se queda en una descripción superficial de un asunto al que no le da el calado que merece.
Trama simplona
La sinopsis de La ternura es clara. La reina Esmeralda (Emma Suárez) usa su magia para llevar a sus hijas –las princesas Rubí (Alexandra Jiménez) y Salmón (Anna Moliner)– a una isla desierta y paradisíaca, donde no haya hombres que las quieran usar como meras sirvientas y objetos sexuales para satisfacer los deseos que ellos crean. El problema llega cuando descubren que allí hay tres hombres: el leñador Marrón (Gonzalo de Castro) que ha escapado allí con sus dos hijos –los leñadores Verdemar (Fernando Guallar) y Azul cielo (Carlos Cuevas)– para que no sufran las supuestas torturas e histerias de las mujeres hacia los de su mismo género.
Sí, lo han deducido, allí empieza una especie de guerra de sexos sin tregua. Sin posibilidad de escape por falta de ingredientes mágicos, las mujeres se harán pasar por hombres hasta conseguir lo que quieren, pero el amor surge entre los más jóvenes, que los descoloca a ellos y a sus planes. Todo un desarrollo ya conocido, contado con una inocencia que sorprende al público ya curtido porque La ternura roza la candidez en su peor versión. Por suerte, no lleva a la decepción que se puede alcanzar cuando se escucha a su director queriendo obviar la guerra de sexos para venderlo como “la historia universal” sobre las mochilas de estereotipos e ideas acerca del mundo que los padres traspasan a sus hijos. En fin.
Lo cierto es que todo queda diluido. Los ataques y golpes dialécticos que se propinan las unas y los otros son bastante inocentones, como el mensaje de Villanueva. ¿Tiene algo de malo ser naif en el siglo XXI? No tiene por qué, casi se podría reivindicar a ver si se consigue rebajar crispaciones. Lo cierto es que lo más efectivo de esta película son los versos escritos por Sanzol e interpretados de forma notable por los actores, que hacen que las rimas se naturalicen al cabo de unos minutos. Esta opción se agradece, porque eleva el lenguaje de un humor básico sobre la ya más que manida lucha de sexos. Las mujeres reprochan a los hombres su rudeza, su mal trato y desconsideración a los de su género. Por su parte, los hombres, en especial el virginal leñador Azulcielo, temen a esas mujeres convertidas en monstruos furiosos y gritones. O más bien a esa idea de mujer que ha dibujado su padre en su cabeza.
Nada nuevo bajo el sol
Más allá del verso, nada sorprende al espectador, que ya sabe cómo va a transcurrir todo. Usar el vodevil y el tono de cuento infantil rebaja crispaciones y evita chistes soeces, pero también un discurso más sólido y mejor construido. Lo único que busca el texto es demostrar lo absurdo que es enrocarse en posiciones de confrontación que sólo llevan al aislamiento de las personas en guetos de género binario que nos aíslan y nos hacen sufrir. Esos discursos que, en vez de ayudarnos a cambiar ciertas conductas para querernos mejor, nos dejan sin algo que nos hace humanos, la ternura que da nombre el título. La capacidad de entendernos a pesar de nuestras diferencias y que nos hace racionales. Aunque al principio del film (y de la vida) no lo parezca.
Las imágenes añaden al guion un escenario más paradisiaco (está rodado en Canarias y República Dominicana), toques de fantasía, magia y acción. Todo ello resuelto con unos efectos especiales algo dudosos, que se ríen del propio artefacto ficcional, como cuanto rompen la cuarta pared, y que aportan muy poco a lo que ya se veía en la obra. Villanueva trata de darle esos toques cinematográficos a la pieza teatral con la localización y el ritmo, dosificando humor y acción, para que la pócima no aburra al espectador y distraerlo del tedio en el que puede caer cuando, a los 30 minutos de La ternura, ya sabe qué le van a contar y cómo va a acabar.
Conclusión de 'La ternura'
Su éxito es relativo. Como a la reina Esmeralda, a la cinta le falta algo que la lleve a otro sitio, a un lugar donde el mensaje no sea lo único que salve el film, donde los únicos salvados de los estereotipos de los padres no sean los hijos de los personajes, también al público de una comedia más. Aunque los espectadores entren en la sala con esos niveles de crispación propios del mundo exterior, ya saben que al mundo le falta ternura. No hace falta que se lo recuerden. Por eso, es necesario que el cine (y el teatro), incluso el que tiene una voluntad puramente comercial, le aporte al espectador algo más valioso que un mensaje en forma de cuentito entretenido contado por grandes intérpretes. Ellos y el verso de Sanzol son lo que salvan al barco del naufragio, aunque la nave llega algo dañada (e infantilizada) a la orilla de la sala.
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