El pasado 13 de enero se estrenó Dani y Roberta en el Teatro Quique San Francisco, obra original de John Patrick Shanley, con adaptación de Victoria Camps. Además, Camps también protagoniza la obra junto a Juan Dávila, rostro muy conocido en la cartelera madrileña por éxitos como "La capital del pecado 2.0.". Dirigida por Cristina Rojas, la pieza habla sobre la sociedad y cómo está excluye a los que son diferentes a la norma. Se podrá disfrutar hasta el 12 de febrero a las 21:15 en el Teatro Quique San Francisco.
Título: Dani y Roberta Título original: Danny and the Deep Blue Sea
Reparto: Dani (Juan Dávila) Roberta (Victoria Camps)
Duración: 75 min. apróx. Dirección: Cristina Rojas Versión: Victoria Camps Texto original: John Patrick Shanley
Diseño de escenografía: Federica Ghio Diseño de vestuario: Cristina Rojas Iluminación: Taxa Guijarro Música: Metallica, Nirvana Fotografías: David Sagasta Diseño y maquetación: Isa Comín y Judith Santos Foto cartel: David Sagasta Producción:Victoria Camps
Tráiler de 'Dani y Roberta'
Sinopsis de 'Dani y Roberta'
Dani y Roberta son una mujer y un hombre. Una mujer y un hombre que no saben querer y que querrían saber.
Dani y Roberta están asustados, Dani y Roberta se caen mal.
Dani y Roberta se besan y se tocan y se chillan y se acarician y se ríen y lloran. Y comen aceitunas y hablan de bichos, de padres, de hijos, de bodas, de dolor, de soledad, de muñecas, de drogas, de sueños…
Dani y Roberta podrían ser yo. Puedo ser yo. Soy yo.
Y también eres tú. Y somos nosotros dos. O nosotras.
Dani y Roberta o el amor como único superviviente.
DANI y ROBERTA, una danza apache. (TEATRO QUIQUE SAN FRANCISCO).
Dos universos
Victoria Camps rescata una de las obras más reconocibles de la carrera de John Patrick Shanley con Dani y Roberta, con una adaptación realizada por la propia Camps. Este texto explora la relación personal entre dos personajes absolutamente destruidos y con un contexto personal lleno de matices y claroscuros. Por ende, la dramaturgia se mueve en un lenguaje coloquial, que busca que el público conecte con ambos, así como por diálogos realmente extremos, que configuran la personalidad de la pieza. Tiene momentos interesantes, basados en una psicología compleja que capta la atención de los espectadores. Por tanto, su mayor fuerza se extrae de un material de gran nivel, que expone realidades que van más allá de lo cotidiano, no trayendo así solo el factor romántico sino también reflexivo.
Sin embargo, la manera de ejecutarse se realiza ya desde un inicio algo abrupto, no logrando que los asistentes entren de una manera más fluida en la historia. En consecuencia, se entra al espectador de una manera que puede chocar. Aun así, después se maneja una comedia bien elegida en momentos claves, que permite rebajar la tensión y seguir de una forma más efectiva la narrativa. Según va avanzando y se van conociendo los entresijos de ambos, así como la manera de relacionarse, se forma un lenguaje especial, se ve un relato con potencial. Aun así, se echa en falta algo más de desnudez, de fragilidad, se pasa algo de puntillas en los aspectos más emotivos y, por ende, de mayor exigencia narrativa.
El amor en golpes de fuerza
Juan Dávila y Victoria Camps son los encargados de dar vida a Dani y Roberta, respectivamente. En primer lugar, Victoria Camps se entrega absolutamente a la obra, desde el inicio se ve la profesionalidad y el compromiso que tiene con el proyecto. Sus puntos más fuertes se presentan en la naturalidad con la que despliega un personaje con tantas aristas. Además, se ve una visceralidad cotidiana que arranca esa imagen de “chica de barrio”, uniéndose a una verosimilitud que le permite brillar en varios momentos sobre la escena. Por tanto, su labor dramática es uno de los aspectos más positivos de la obra, junto al trabajo que realiza Juan Dávila. En el caso de Camps, también hay que señalar el brillo que desprende al verse sobre las tablas, inspirando al patio de butacas.
Juan Dávila es la contraparte de la pieza, con una actuación que emerge desde una perspectiva menos dinámica a demostrar una versatilidad escénica sutil, pero efectiva. Por un lado, se ve ese carácter fuerte que debe asumir en su personaje, dotándole de vigorosidad, pero sin excederse y mucho menos forzarlo. Con lo cual, se ve una evolución paulatina muy orgánica, viéndose así un trabajo de escena tenue, no buscando ser efectista. Lógicamente, hay momentos donde debe dejar salir un planteamiento más enérgico, pero en su compendio general, ha sabido contenerse para dar más cuerpo a la escena. En el último tercio de la pieza, logra ser el apoyo frágil, mediante un lenguaje no verbal y una interpretación llenas de detalles, luciéndose al completo en esta parte. Un estupendo partenaire.
Una noche, nada más
Una vez se entra en el patio de butacas, el ritual teatral ya comienza con una Victoria Camps sobre la escena. Así, la primera toma de contacto con Dani y Roberta y su espacio escénico es la contemplación de un personaje atormentado. Mediante el recurso de elementos artísticos como el humo, se presenta una estrategia atractiva durante los minutos de espera, que se entrelazan con una selección musical acorde a la identidad de la pieza. Después, se muestra una escenografía que recrea un bar, mediante un diseño que, aunque cumple, podría todavía estilizarse más a nivel estético. Por otra parte, el vestuario dicta y clarifica el contexto sociocultural de ambos personajes, por lo que, es una elección muy acertada. Hay algunas decisiones de movimiento y de cambio de vestuario que no terminan de comprenderse, como la desnudez, dado que se realiza sin un orden concreto.
La transformación de la puesta en escena se realiza mediante una estructura donde los propios actores deben realizar dicho cambio. A pesar de valorarse la intención de hacerlo más llevadero con el efecto sonoro que acompaña a la transición, ésta no consigue la misma fluidez, al sacar algo del proceso ver el cambio en vivo. Aun así, se entiende las necesidades técnicas y de producción, por lo que, tampoco es un componente que pase mucha factura al conjunto en general. Después, el ritmo de la pieza comienza a un nivel muy alto, pese al inicio abrupto, explotando bien la energía que forman sus personajes. Sin embargo, se va apagando paulatinamente, lo que provoca que decaiga en varias partes y no consiga remontar del todo. En resumen, una pieza que tiene momentos muy interesantes, pero que podría mejorar todavía más para impactar lo que debiera.
Conclusión
Dani y Roberta es una tragicomedia que presenta dos personajes excéntricos, que tienen un contexto realmente oscuro y que llama la atención por no ser lo común. Por tanto, destaca que se haya aprovechado esa rareza, donde se han logrado escenas que capta la atención de los espectadores. Sin embargo, hay partes que flaquean, donde no se logra ir hasta el final y se echa en falta poner toda la carne en el asador.
Después, Victoria Camps y Juan Dávila están estupendos, se ve un compromiso con la pieza absoluto y sus trabajos son uno de los aspectos más destacables de la pieza. La propuesta escénica expone muy bien la identidad del espectáculo, pero todavía le queda pulir elementos como los cambios de escena, el ritmo y algunos componentes de la escenografía. Dos cristales rotos se unen buscando el consuelo ante una obra que llama la atención, pero que todavía podría crecer más.