"Las leyes de la relatividad aplicadas a las relaciones sexuales": El puzzle del dolor alocado

Siete personajes que se entrecruzan a lo largo de estas historias durante una hora y media de comedia y ternura. Una mujer que habla con la esposa del hombre al que mató, ¿sin querer?, en mitad de un acto sexual de desesperada pasión, ¿o aburrimiento?. Un chico incapaz de perder la virginidad a pesar de las múltiples ocasiones que se le plantean. O, tal vez, incapaz por eso, porque se le plantean demasiadas ocasiones. La venta de un ataúd en un mal momento, ¿existe un buen momento para venderlo?. Y una ladrona de móviles. Todo ello conforma el disparo de salida de Las leyes de la relatividad aplicadas a las relaciones sexuales. Una tragicomedia demasiado humana. (TEATRO LARA). 

Déjà vu

Ramón Paso regresa una temporada más con Las leyes de la relatividad aplicadas a las relaciones sexuales, uno de los proyectos que ya ha sido representado en varias ocasiones. Después de seguir la trayectoria de Paso Azorín Teatro, se puede encontrar en sus títulos anteriores una base sobre temáticas que se repiten a lo largo de sus distintos proyectos. Por tanto, la sorpresa y la reflexión no obtienen la misma frescura, al sentirse que ya se ha tenido esta conversación con el público sobre vida, muerte, amor, e, incluso, abuso. Por lo cual, el espectador se encuentra con personajes que recuerdan a “BesARTE, mimARTE y follARTE”, con respecto al viaje vital, a “Baldosas amarillas”, con el tratamiento del no quererse, algo que también es común a la primera, y sobre la pedofilia, un tema que recientemente ha sido abordado directamente con “Sigue a la liebre blanca”.

No se puede negar el talento de Ramón Paso como dramaturgo, por lo que no es de extrañar que aquellas problemáticas que comparten universo con sus distintos guiones sigan desarrollándose. Sin embargo, esta pieza, al coincidir en el tiempo con nuevos títulos de la compañía, no brilla tanto como lo pudiera hacer antaño. A pesar de ello, el público se introduce en un mundo donde se ponen sobre la mesa el trauma, el reclamo, la autoestima y ese lado oscuro que toda persona tiene en su haber. La dramaturgia goza de ritmo, permitiendo deleitarse con una comedia ácida en varios momentos y disparatados en tantos otros. Por consiguiente, el humor es una de las principales baza de la historia, que se une a la introspección que realiza cada uno de los miembros de este rompecabezas personal. Ese contraste continuo, hace que se eleve el nivel de la dramaturgia.

El perdón, el abuso y el dolor

Una de las razones por las que merece la pena acudir a ver una obra de Paso Azorín Teatro es la posibilidad de disfrutar de un elenco que siempre es un gusto. En Las leyes de la relatividad aplicadas a las relaciones sexuales se ve, nuevamente, a una estupenda Ana Azorín. La actriz ha nacido para la comedia, al mismo tiempo que lo combina con una naturalidad y sinceridad exquisitas. Por este motivo, contar con Azorín es un éxito asegurado, es puro talento. Después, Jordi Millán ofrece un trabajo actoral de alto nivel, algo que ya se había podido comprobar en anteriores obras. Por ello, sería interesante ver al actor en otro registro que pudiera explotar más su talento. Lo mismos sucede con Ángela Peirat, la cual, viendo la personalidad de su personaje, se sabe cómo va a abordarlo.

Tanto Peirat como Millán exponen un trabajo cuidado, así como el respeto que tienen a sus personajes, pero podría ser todo un reto verlos en otro tipo de ambientes y contextos. Luego, Inés Kerzan se mueve en esa ligereza que se ha convertido en una de sus principales características como actriz. Sin embargo, esa brutalidad con la que lo envuelve, incluyendo una violencia expresiva al punto, le permite dar a su personaje más matices que enriquecen el resultado. Por otra parte, Pablo Blanco muestra una evolución con respecto a su trabajo en “BesARTE, mimARTE y follARTE”, con una actuación muy orgánica y cogiendo el ritmo desde el principio. Por su lado, Berta Álvaro actúa de una forma eficiente, con excelentes puntos de comedia y manteniendo la química con sus compañeros en todo momento. Para terminar, Lucía Monreal ejecuta de una forma positiva y cumple con su papel.

La muerte acecha

Uno de los aspectos que más se valora de Las leyes de la relatividad aplicadas a las relaciones sexuales es el dinamismo con el que afronta el laberinto de situaciones, no perdiéndose en su estructura. Por tanto, logra que, a través de un ritmo certero, se vaya complicando la relación entre unos y otros. Así, funciona como si fuera una cadena envolvente, pero comprendiéndose en su totalidad. Gracias a ello, el espectador se mantiene atento a lo que sucede en el escenario, dado que no necesita de grandes artilugios para ir saltando de un espacio a otro. Con lo cual, es el propio público quién construye las distintas situaciones en torno a estos personajes tan variopintos, sobreponiéndose unos con otros, dando una viveza singular que fluye tranquilamente, dando su lugar a cada uno.

A diferencia de otras piezas teatrales de la compañía, se echa en falta que haya momentos que causen impacto en el espectador, para dar un cambio en el tono y seguir aportando potencia a la pieza. Aun así, sí hay algunas escenas así, como la protagonizada por Berta Álvaro y su desenlace en la trama, pero no son suficientes. En consecuencia, se percibe una constancia que gusta, pero podría todavía aprovecharse más de lo que se hace. Dicho de otra forma, no se produce un momento en memorable, que fascine al espectador. No obstante, el final deja esa esencia ligera, simpática y llena de hilaridad, por lo que el resultado final acaba logrando su fin de una manera notable. En resumen, la humanidad con la que se tratan a los personajes se contagia en su puesta en escena, que pese a algunas flaquezas, incorpora ese factor cercano que gusta.

Conclusión de 'Las leyes de la relatividad aplicadas a las relaciones sexuales'

Las leyes de la relatividad aplicadas a las relaciones sexuales habla de la vida, el amor propio, la muerte y el trauma, aderezándolo con esa comedia ácida y perspicaz, sello de identidad de Ramón Paso. A pesar de ser déjà vu constante, si se han visto varias obras del dramaturgo, mantiene esa cercanía, que también se exporta a la puesta en escena. Falta algún momento cumbre, pero eso no quita el dinamismo y la ligereza con la que triunfa la obra. Por otro lado, a nivel actoral, se realizan unas actuaciones estupendas. No obstante, sería interesante ver a Ángela Peirat o Jordi Millán, por ejemplo, en otros registros. Un laberinto de pasiones obsesivas, que trae situaciones hilarantes y reflexivas, siguiendo una línea habitual temática en la trayectoria de Ramón Paso.

Únete a nuestro CANAL DE TELEGRAM